Ayer, en la lectura de La Licorne, un poeta americano leyó un fragmento del canto VIII de La Odisea de Homero, y concluyó el fragmento con una reflexión sobre la muerte que iba así:
"Muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte, muerte [...] muerte..."
Algunos vieron esta reiteración masiva como una forma de recordarnos que la muerte está presente siempre, y otros dijeron que el repetir constante de una palabra le quita y cambia el significado y contenido, a lo que un niño de 8 años que estaba presente en la reunión dictaminó:
"Igual que 'monja', que cuando la decís muchas veces pasa a ser 'jamón'."
Y pensar que eramos capaces de generar esas reflexiones simples, inteligentes, e inocentes a la vez.
Su comentario valió la noche.
sábado, 23 de octubre de 2010
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No se bien porque me quedé de buen humor después de leer eso:)
ResponderEliminarBesos, TheBazer :P
-S
Si. Esta entrada me gusta.
ResponderEliminarPues sí, muchas veces las respuestas más acertadas están en lo más simple, o mejor sería verle la otra cara a la moneda en estos casos :)
ResponderEliminarsaludetes!
Todos los días en el viaje al laburo paso frente a La Licorne. No sabía muy bien cual era la onda del lugar, pero lo que contás me encanta. Ahora tengo dos debes en esa cuadra: el café de la esquina y La Licorne.
ResponderEliminarSaludos!