domingo, 19 de agosto de 2012

HDP

El Hijo de puta no es hijo de puta por el simple hecho de ser hijo de puta. No es un ser mal de raíz, ni busca defenestrar el espíritu de otros. No es alguien que se nutra del dolor de quienes hace mal, ni es un autómata que actúa por ósmosis porque no conoce otra cosa. No es una persona que busca desmantelar esperanzas o sueños.
El Hijo de puta es hijo de puta por el simple hecho de temer al rechazo. Es una persona que no logra digerir sentimientos de manera eficiente, y por esto es que actúa como actúa. El hijo de puta tiene miedo, es débil, y no quiere llorar; por eso se reivindica haciendo llorar a hombres, mujeres y niños por igual.
El hijo de puta no es melancólico. No es víctima ni victimario.
El hijo de puta se acompasa a las circunstancias y engatusa para luego dar el golpe y generar en un tercero el rechazo que tanto miedo tiene de vivir en piel propia.

El hijo de puta es hijo de puta.

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